Greta Thunberg ha inspirado a toda una generación de jóvenes activistas, algunos de los cuales están sentados en nuestras aulas. ¿Cómo lidiamos con tal activismo en el aula: lo alentamos, lo desalentamos o lo ignoramos? Con las huelgas escolares regulares introducidas por Greta, se ha vuelto imposible para nosotros ignorar tales preguntas, ya que el activismo tiene un impacto directo en las actividades escolares.
No es fácil definir una tendencia tan reciente como esta, por ello, lo mejor para el entendimiento total de este concepto es comprender qué es el activismo: El activismo es la acción que se realiza con el fin de efectuar un cambio de índole social o política normalmente posicionada a favor de una postura concreta en un conflicto. La Real Academia Española también tiene en cuenta este movimiento al que define como “dedicación intensa a una determinada línea de acción en la vida pública”.
Si se une el concepto de “activismo” con el adjetivo “ambiental”, podríamos decir que nos encontramos ante una tendencia que toma como base la protección de la naturaleza y el respeto de los derechos de la misma. Estos derechos no siempre están recogidos en las constituciones de los distintos países dónde se vive el activismo de forma voluntaria e, incluso, como una forma de vida, por lo que son los activistas los que deben luchar porque sus países no maltraten demasiado el planeta en el que vivimos.
Esta tendencia surgió cuando la población empezó a notar las evidencias del deterioro ambiental que los propios humanos hemos creado. Con este punto como pieza clave del movimiento, los activistas creyeron necesario difundir el problema con los medios que tuviesen en sus manos y poner de manifiesto el impacto que para la sociedad estaban teniendo sus propios actos.
Los activistas ambientales se caracterizan desde sus orígenes hasta ahora por ver la naturaleza como un sujeto tan importante como cualquier otro ser vivo y no como un objeto que se pueda utilizar al antojo de cualquiera. Además, difunden en su entorno las consecuencias que tienen los actos perjudiciales que realizamos para el medio ambiente.
El fin último del activismo ambiental es la conservación de la naturaleza en su estado puro para conseguir un mejor desarrollo de la humanidad en cuestiones tan importantes como la salud. La misión que desempeña es la de construir entre todos una sociedad donde su principio rector sea la continuidad de la vida de forma sostenible, dejar para los nietos un planeta igual o mejor al que se encontraron nuestros abuelos.
Tales objetivos parecen difíciles de conseguir en un mundo principalmente capitalista. Sin embargo, ¿por qué debe ser una contradicción antagónica la relación del sistema capitalista con la naturaleza? A pesar de la utopía que para algunos supone, el activismo ambiental se propone motivar a la sociedad moderna para su transformación en una que no dañe a nuestro planeta como lo estamos haciendo a día de hoy.
Existen ciertos métodos que pueden hacer que, entre todos, logremos una sociedad mejor, una sociedad ambiental basada en la educación ambiental, la resistencia civil a quienes intenten romper con el desarrollo sostenible y la negación a seguir adelante con el consumo mercantil actual.
Las problemáticas que se abordan en estos momentos a nivel global de manera más activa son: el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, el agotamiento de los recursos naturales, la diversidad cultural, la contaminación del agua, los suelos y el aire y la viabilidad a largo plazo de las energías alternativas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario